Mis stickers favoritos
Me gustaría despertar, alistarme para salir, mirarme al espejo y sonreír, sabiendo que hoy mis amigues y yo iremos a comer otra comida. Abro la lata donde guardo mis stickers favoritos que esperan adherirse a su destino. Un día se desprenderán de la membrana viscosa que los conserva pegajosos para alcanzar la superficie definitiva que los espera. Una porosidad anhelante succionará su amor adhesivo para volverse superficie adornada, romántica, combativa o desobediente, según cual sea el diseño que embandere el sticker.
Hoy mis amigues me llevan a comer a un lugar nuevo y me gustaría celebrarlo pegando uno de mis stickers favoritos en el mantel vinílico, en la portada plástica del menú, y si no hubiera nada de eso, en el espejo del baño del local donde almorzaremos. Me desespero en el intento de elegir el sticker perfecto para el plan de domingo, pero no me han dicho qué tipo de comida vamos a comer.
Un sticker de unicornia sería muy obvia. Una cabeza de tigre fosforescente puede parecerle hostil a un vegetariano; florecitas en arcoiris, muy insípidas para un parrillero; un gatite lisérgico, muy sofisticado para las salchipapas; la brujita con hongos, demasiado densa para una pizzería. Un texto de denuncia pasaría desapercibido en Larcomar.
¿A dónde vamos? me pregunto impaciente. Ya pues, elijo mi sticker abortero, y si no pega, que se caguen.
Este texto fue creado durante el Encuentro de Escritura Colectiva para Personas Trans convocado por La Casa Libertad y Diversidades Trans Masculinas en Lima, Perú en septiembre de 2019 .
Las fotos de los stickers son gentileza del Café Consulado