Queridas Carmelitas
La Carta Satánica de Jorge Bergoglio
El 22 de junio se cumplen nueve años del llamado de Bergoglio a una "Guerra de Dios" contra el colectivo LGBTIQ+ a través de su carta a las monjas Carmelitas de Buenos Aires. Una convocatoria incendiaria en la que Bergoglio confundió el grupo religioso que lidera con la patria de todes les argentines, y en la que usó su culto para interferir en los asuntos de la Nación. Un culto como cualquier otro, que se encuentra bajo el control administrativo del gobierno, al que Bergoglio intentó arrogar la potestad reguladora del destino nacional.
"El pueblo argentino deberá afrontar, en las próximas semanas, una situación cuyo resultado puede herir gravemente a la familia." Es el mismo pronóstico que el Vaticano repite en Argentina hace más de cien años y que siempre resultó errado. Sin embargo, la ligereza con la que les creyentes toman los argumentos religiosos parece dar a la Iglesia licencia para reincidir. En este caso el grave pronóstico se refería al debate parlamentario tendiente a la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario.
Mala fe y poca memoria: el vaticinio funesto ya había sido esgrimido en 1884, cuando la Iglesia se opuso a la ley de educación común, obligatoria y gratuita. El conflicto escaló al punto que el Nuncio Apostólico fue expulsado del país. También lo articuló en 1888 cuando se opuso a la ley de matrimonio civil, al asegurar que atentaba contra el "orden natural" y que precipitaría "el fin de la familia." Pretendió que la única forma de contraer matrimonio en Argentina fuera el sacramento católico, privando a quienes no observaban esta religión de los derechos y responsabilidades del matrimonio civil.
En 1947 la Iglesia se manifestó contra el voto femenino, fiel a su tradición de discriminación hacia las mujeres a quienes aún les niega el derecho al sacerdocio. En 1987 convocó a una concentración en contra de la ley de divorcio para imponer la perpetuidad del sacramento a toda la Argentina. En 2006 se opuso a la Ley de Educación Sexual Integral, alegando que el Estado debe respetar "las creencias y los valores de las familias y las escuelas” anteponiendo el catecismo (que condena la masturbación, el uso de preservativo; las relaciones prematrimoniales, entre personas del mismo sexo o entre más de dos personas; el aborto, etc.) a la educación y la salud, derechos elementales de todos los habitantes de la Nación.
En el afán de imponer el modelo heteropatriarcal cristiano a todo el territorio, en 2010 también atacó el proyecto de ley sobre matrimonio de personas del mismo sexo. "Aquí está en juego la identidad, y la supervivencia de la familia: papa, mamá e hijos." Hasta aquí, ninguna novedad. Ya en 1986, la "Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la Atención Pastoral a las Personas Homosexuales" alertaba que "la opinión, según la cual la actividad homosexual sería equivalente, o por lo menos igualmente aceptable, cuanto la expresión sexual del amor conyugal, tiene una incidencia directa sobre la concepción que la sociedad tiene acerca de la naturaleza y de los derechos de la familia, poniéndolos seriamente en peligro."
"Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios ..." La supuesta ley de Dios, imposible de comprobar, no es más que el conjunto de prácticas aceptadas por un grupo, que encuentra límite absoluto en la Constitución y en las leyes de la Nación. Lo que la sociedad moderna y el Congreso pusieron en juego aquí fue la necesidad de revisar una serie prácticas y creencias discriminatorias y anacrónicas.
"Recuerdo una frase de Santa Teresita ... Dice que la envidia del Demonio quiso cobrarse en su familia la entrada al Carmelo de su hermana mayor. Aquí también está la envida del Demonio, por la que entró el pecado en el mundo, que arteramente pretende destruir la imagen de Dios: hombre y mujer que reciben el mandato de crecer, multiplicarse y dominar la tierra." Bergoglio echa mano de su munición más gruesa: la hipótesis satánica. El proyecto de ley sería una maniobra del Demonio para desbaratar el plan multiplicador del binomio bíblico y su mandato de dominación planetaria.
Más adelante agrega: "No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento) sino de una 'movida' del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios." A quienes no tienen su Biblia a mano, les recuerdo que el padre de la mentira es el demonio. La producción contemporánea de exhortaciones y encíclicas vaticanas son una cápsula medieval arrojada al siglo XXI cuya lectura ofrece una fascinante trama de contradicciones y falacias que, si no fuera por sus devastadoras consecuencias en la vida y muerte de millones de personas, consideraríamos entretenidas. Siendo ya Francisco, Bergoglio redactó la exhortación apostólica "Gaudete et Exsultate" en la que revisa la existencia del demonio y establece que no es un mito o una figura sino que nos envenena a través del odio, la envidia y los vicios. Ya no es menester buscar el olor a azufre en los pasillos del Congreso, sino descubrirlo en la envidia que el colectivo LGBTIQ+ le tendría a las parejas heterosexuales católicas indisolubles, a su fidelidad virtuosa y a su progenie legítima.
Resulta clave la intención de Bergoglio de minimizar la encarnizada "lucha política" en la que se encontraban la Iglesia y el gobierno en 2010. Ya el 25 de mayo de 2005 Néstor Kirchner había dado el faltazo al tradicional tedeum en la Catedral Metropolitana, exteriorizando la tensión que existía entre ellos. En 2008, el Episcopado encabezado por Bergoglio emitió el documento “Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad” cargado de críticas implícitas al Gobierno. El 25 de mayo de 2010 el Episcopado transmitió al gobierno un pedido de amnistía para Videla y Bignone, el sacerdote von Wernich y un centenar de funcionarios de la dictadura detenidos por crímenes de lesa humanidad. En junio de ese año Bergoglio presentó un "Contrato Social para el Desarrollo" elaborado por el ex ministro menemista Roberto Dromi, contrario a los pilares de la política del kirchnerismo. Ni el gobierno ni las centrales de trabajadores estuvieron presentes en el acto y Bergoglio consideró necesario aclarar que no se trataba de una plataforma electoral.
El ataque al proyecto de ley de matrimonio igualitario fue una batalla dentro de una contienda política de larga data y sólo debe leerse en esa clave. Tan compleja se presentaba esta lucha para la Iglesia que Bergoglio llamó a sus fieles a una cruzada contra el demonio. El vicejefe del gabinete de ministros rechazó esta posición “fundamentalista” que “irrumpe con inusitada violencia en el ámbito de la deliberación democrática y llama al odio entre los argentinos. Quien debiera estar predicando la paz y la tolerancia anda convocando a una guerra santa y a realizar actos políticos callejeros para presionar al Senado de la Nación”. Cristina Fernández de Kirchner le reprochó a Bergoglio que "se vuelva a tiempos de la Inquisición." Así, Bergoglio logró que Cristina hiciera explícito, por primera vez y antes de la votación de la ley, su apoyo a la iniciativa. No seamos ingenuos: no se trató de la "pretensión destructiva al plan de Dios," sino de "una simple lucha política." La carta fue calificada de error estratégico incluso por los medios más conservadores del país.
"Hoy la Patria, ante esta situación, necesita de la asistencia especial del Espíritu Santo que ponga la luz de la Verdad en medio de las tinieblas del error." Reduce la Patria a les católiques y les llama a defender esa extraña patria propia, de católiques heteropatriarcales, que excluye a quienes no somos ni católiques ni heteroconformes. Aquí empieza su aflición: donde la razón no alcanza, los jerarcas fascistas apelan al destino mítico de la nación, conocido como ultranacionalismo palingenético. "...Clamen al Señor para que envíe su Espíritu a los Senadores que han de dar su voto. Que no lo hagan movidos por el error o por situaciones de coyuntura sino según lo que la ley natural y la ley de Dios les señala... Pidan para que ellos hagan un gran bien a la Patria." Fundamentalista, fascista y contrario a los más elementales principios democráticos. La antropóloga Rita Segato explica que "para el patriarcado, el capital y los monoteísmos fundamentalistas hay una única verdad, una única forma del bien, una único dios, una única forma de futuro, una única justicia. Son, de esta forma, monopólicos, regidos por una lógica exclusiva y excluyente."
"Miremos a San José, a María, al Niño y pidamos con fervor que ellos defiendan a la familia argentina en este momento. Recordémosle lo que Dios mismo dijo a su pueblo en un momento de mucha angustia: 'esta guerra no es vuestra sino de Dios.' Que ellos nos socorran, defiendan y acompañen en esta guerra de Dios." Nada tiene que ver la familia bíblica (madre judía menor de edad probable víctima de abuso sexual que huye al exilio luego de parir, que no tuvo relaciones con su marido ni antes ni después de haber nacido su hijo, y que nunca muere; marido judío que no es el padre biológico de su hijo; hijo judío que se vuelve contra el dictador colonial, secuestrado, torturado y asesinado, luego desaparecido) con la estereotípica "familia argentina" de "mamá, papá e hijos" que obedece a "la ley natural y la ley de Dios" con el "aguante, paciencia y mansedumbre" recetado por Bergoglio en la exhortación antes aludida.
"Esta guerra no es vuestra sino de Dios." Invocar una guerra entre argentines e incitar a una "lucha por la Patria" es una grosera irresponsabilidad donde se confunden la pluma del Bergoglio auxiliar del ultra fascista ex primado Antonio Quarracino (y primer "elector" de Bergoglio), la del homofóbico obispo de La Plata Héctor Aguer; y las de Videla, Massera y Agosti del "Acta de Reorganización Nacional" del 24 de marzo de 1976. Las coincidencias entre la carta satánica y las motivaciones alegadas por la dictadura son estremecedoras. Uno de los "Objetivos Básicos" del Acta fue la "vigencia de los valores de la moral cristiana, de la tradición nacional y de la dignidad del ser argentino," imponiendo, al igual que Bergoglio, "la moral cristiana" a toda la nación. Los dictadores explican que asumen la conducción del Estado frente a la "irreparable pérdida del sentido de grandeza y de fe," que se corresponde con "esta lucha por la Patria" que necesita "la luz de la Verdad en medio de las tinieblas del error" invocada por Bergoglio.
El objetivo de "la total recuperación del ser nacional" en un "mundo occidental y cristiano" de Videla equivale a "la supervivencia de la familia: papa, mamá e hijos" para hacer "un gran bien a la Patria" de Bergoglio. Los dictadores prometieron "un gobierno ... imbuido de un profundo sentido nacional" que "sólo responderá a los más sagrados intereses de la Nación y sus habitantes" y que "persiguiendo el bien común, alcanzará -con la ayuda de Dios- la plena recuperación nacional." Bergoglio agrega: "Gracias por lo que harán en esta lucha por la Patria." Palabras vacías y muerte.
Un interlocutor de Bergoglio manifestó que Francisco ya no es más el mismo hombre que escribió aquella carta maldita. Si bien es cierto que recientemente indicó que "quien rechaza a los homosexuales no tiene corazón humano," pocas semanas antes había ordenado que "las personas con esa tendencia arraigada no sean aceptadas al ministerio ni a la vida consagrada." Bergoglio mantiene un pensamiento errático, oportunista e ignorante respecto de nuestro colectivo y la única propuesta que tiene para nosotres es la castidad.
No te olvides: Francisco es Bergoglio. Si aún estás bautizade, él habla en tu nombre. Hoy es un hermoso día para apostatar.
Ilustración: "La Pensión de las Monjas Carmelitas" por Camila López