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Chamanes Tatuadores

Los tatuajes mágicos, o "yants" como se los llama en el Sudeste de Asia, fueron una marca común entre boxeadores, forajidos, trabajadores sexuales y otros habitantes de los márgenes por gran parte del siglo veinte. Con el nuevo milenio, estos tatuajes llegaron a la piel de jóvenes urbanos de clase media y alta que buscan desafiar un entorno conservador a la vez que apropiarse de una identidad ancestral. La tendencia saltó de Camboya, Myanmar, Laos y Tailandia hasta las lejanas costas de Hollywood. Los yants presentan una mezcla fascinante de diseños y cualidades mágicas a la vez que cierta ambigüedad sobre su propósito. Si alguien tiene uno de estos tatuajes, ¿está en camino a la santidad o es parte de una banda de delincuentes?

Publicado en Indie Shaman volumen 38, octubre 2018
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Los yants son un aspecto central de la práctica chamánica animista del Sudeste de Asia, que surge miles de años antes del Budismo. Como en el resto del mundo, los grupos indígenas de esta zona tuvieron la necesidad de consultar a los espíritus para obtener protección, guía, adivinación e información para la supervivencia. Los pedidos más comunes eran longevidad, buena salud, fortuna en el amor y en los negocios, condiciones de vida pacíficas para la comunidad y, de ser necesario, coraje en el combate y un pasaje sereno al otro mundo.

El chamanismo dió respuesta a todas estas necesidades. En ocasiones, los chamanes invocaban fuerzas arquetípicas cuya protección insuflaban a la persona que solicitaba ayuda. Esas fuerzas se manifiestan en forma de tigres, leones, venados, tortugas, lagartijas y muchos otros animales que conforman lo que en otras tradiciones chamánicas se denomina "animales de poder." Una de las formas rituales de lograr esta protección es mediante un canto mágico que causa que las cualidades arquetípicas del animal se incorporen a la persona que solicita ayuda.

Aún más antiguos que los yants son los amuletos. Un peregrino se acercaba al pueblo a pedir por un viaje sin sobresaltos en la víspera de una larga caravana. El chamán lo sahumaba, recitaba, cantaba e insuflaba la protección mágica. En ocasiones, el chamán entregaba una pequeña imagen de arcilla con cualidades mágicas para que el peregrino llevase en su marcha. También se utilizaban amuletos de tela con inscripciones e imágenes sagradas como recuerdo constante de la protección de los espíritus. Los amuletos de arcilla se colgaban de collares o se anudaban en las muñecas, mientras que los amuletos de tela se llevaban en los bolsillos o se cosían a la vestimenta.

En ocasiones el amuleto se perdía, en combate o durante un largo viaje; o era robado de la alcoba de una cortesana. En respuesta a esta dificultad, los chamanes presentaron una solución indeleble: los tatuajes. Por miles de años, los chamanes del Sudeste de Asia perfeccionaron el arte de tatuar los amuletos en la piel de quienes solicitaban protección. Así surgió un elaborado código de textos, oraciones, mantras y diseños. Con la llegada del budismo, estas prácticas chamánicas fueron integradas a las nuevas enseñanzas.

Debido al fértil intercambio entre el conocimiento chamánico y religioso, la medicina espiritual amplió el catálogo mágico de animales, diagramas, geometría, deidades y mantras en antiguos idiomas como el Pali, Khom, Lanna y otras lenguas y dialectos. Algunos monjes budistas aprendieron el arte del tatuaje a mano y poco tiempo después se agregaron nuevos yants a la colección original para reflejar las varias manifestaciones de Buda. Las representaciones de Buda, al igual que las imágenes de los eremitas y otros hombres y mujeres santos que lo precedieron, son fuente permanente de inspiración para obtener la libertad del ciclo de sufrimiento de la vida.

El chamán o monje que aprendió el arte de estos tatuajes es un "ajarn." La ceremonia de tatuaje ocurre en un espacio similar a un templo, llamado "samnak." El ajarn preside la ceremonia, sentado sobre almohadones multicolores y rodeado de altares, amuletos, complejas representaciones geométricas, imágenes del hinduismo, del budismo, de chamanes y otros maestros espirituales; junto a las largas agujas de acero y bambú esenciales para su práctica.

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En Occidente, un equivalente al samnak podría ser el café del barrio que congrega a los amigos, un lugar de encuentro donde se comparten pensamientos, esperanzas y temores. Luego de sus oraciones, el ajarn está disponible para dar inicio a las consultas. Sus asistentes entran y salen del samnak ocupados en diligencias del oficio mágico. A medida que llegan, las mujeres y hombres se sientan en el piso y, mientras esperan su turno, conversan y comparten alimentos. Al regresar de la escuela los niños entran con estruendo en el samnak, tejiendo en su memoria más temprana el recuerdo de la mujer comerciante que pidió un tatuaje que propicie abundancia, el boxeador y su tigre mágico que lo hará más valiente, o el conductor de moto-taxi que recibió un tatuaje de tortuga y la promesa de longevidad.

La ceremonia no ha variado a lo largo de los siglos. Luego de una breve consulta, el chamán recomienda cierto amuleto, que procede a tatuar a mano alzada. El chamán tiene a su disposición múltiples varillas de distinto tamaño y calidad, que selecciona según las características del diseño a tatuar. No se trabaja con máquinas de tatuar, los yants se inscriben en la piel con largas varillas de acero o de bambú con una aguja en su extremo.

Para el occidental no familiarizado con estas prácticas, las condiciones de higiene del samnak pueden causar preocupación. Lo habitual es que, al finalizar un tatuaje, se limpien la varilla y su aguja con un paño y se las sumerja en un recipiente con solución desinfectante, junto a las demás herramientas de tatuaje. Cuando es el turno de tatuar a otra persona, el chamán elige una varilla del recipiente, limpia nuevamente la aguja con el paño y da comienzo a su trabajo. No es común en la práctica del yant utilizar agujas nuevas para cada persona, ni los guantes de latex.

La tinta es otro elemento importante. Algunas personas no pueden tener tatuajes debido a condiciones de su entorno social o requerimientos laborales. Los chamanes encontraron una solución para el creyente honesto que busca la protección del yant: durante la ceremonia se reempaza la tinta por aceite, de modo que el tatuaje resulta invisible a los ojos humanos.

Muchos chamanes utilizan tinta comercial para tatuajes, que mezclan con tintura de hierbas para atribuirle cualidades mágicas, u otras sustancias como gotas de veneno de serpiente. No es frecuente que el chamán use tinta tomada directamente de la misma botella para tatuar a diferentes personas. Lo más común es que vuelque el preparado de tinta y sustancias mágicas a un tintero pequeño, que el ajarn empleará durante la sesión de tatuaje. Al finalizar la ceremonia, el sobrante de tinta se descarta. Compartir yants tiene un profundo significado místico. Llegar al samnak junto a familiares o amigos para recibir tatuajes el mismo día con tinta de la misma botella crea un vínculo mágico de lealtad y fraternidad conocido como "hermanos de tinta." Es un rito que otorga un profundo sentimiento de pertenencia espiritual.

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El reciente interés de los extranjeros en recibir yants trajo la cuestión bacteriológica al centro de la discusión. La conducta predominante en el Sudeste de Asia es una moral de no violencia, que se traduce en evitar la discusión y las represalias. Por ello, los ajarns aceptan que los extranjeros reciban yant en las condiciones higiénicas en que lo prefieran, aunque se aparte de la práctica tradicional.

Varios estudios de tatuajes comerciales en Bangkok o Phnom Penh ofrecen un menú que va desde recibir un yant en un salón impecable con aire acondicionado, de manos de un tatuador profesional, utilizando máquina de tatuar o varilla con agujas nuevas, guantes y tinta comercial fresca; hasta acompañar al cliente a un samnak elegante para ser tatuado por un ajarn verdadero, sin guantes ni agujas nuevas pero con tinta comercial segura. Ultimo en la lista, o primero, según se mire, un hotel cinco estrellas de Bangkok ofrece una ceremonia de tatuaje en su famoso spa, con un ajarn legítimo y en óptimas condiciones higiénicas, guantes incluídos.

Es común que la mayoría de los extranjeros con preocupaciones sanitarias que llegan al samnak a través de estudios comerciales, olviden sus recelo al sumergirse en esta tradición y conectar con la emoción, los aromas, sonidos, cantos y el ardor de la aguja en la piel. La condición espiritual genera un estado de conciencia que borra los temores, reales o imaginarios.

En el samnak tradicional, el pago por la ceremonia consiste en la ofrenda de incienso, flores y velas. Es común, pero no obligatorio, dejar un sobre con una donación en dinero, que garantiza el anonimato de los donantes. En el otro extremo del mercado, los precios en dinero son astronómicos, fijos y obligatorios, y se aceptan tarjetas de crédito.

Un aspecto relevante de la tradición es la condición para que el tatuaje mágico conserve su poder. Luego de recibir el tatuaje, quien busca protección deberá observar ciertos preceptos morales, equivalentes a un voto espiritual. La regla general es adherir al Noble Camino Óctuple enseñado por Buda, que incluye los principios éticos del hablar correcto, actuar correcto y el medio de vida correcto. El chamán también puede indicar un período de meditación y celibato, dieta vegetariana, abstinencia de alcohol y otras drogas. No hay represalia espiritual si estos votos no se respetan. Sin embargo, el tatuaje perderá sus propiedades protectoras y pasará a ser meramente decorativo.

Sean cuales fueren las razones para acercarnos a esta tradición, los yant que llevamos en la piel y en el espíritu son un recuerdo constante de que, al menos en un momento de nuestra vida, pedimos protección espiritual para convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos. Alcanzar una conducta intachable es un desafío que puede tomarnos muchas vidas. Incumplir nuestras promesas nos trae la oportunidad de revisar nuestra conducta y aprender de los errores; y de esta manera fortalecemos nuestra práctica espiritual. En el ciclo eterno de la vida, cada vuelta de la rueda es una confirmación del orden cósmico. El samnak está siempre abierto para quienes buscan una nueva oportunidad.

Con agradecimiento y afecto a mi hermano de tinta Karo Iyash por compartir generosamente su conocimiento y serenidad

En la foto: Rojjanin "Edward" Thanakiatrungrawee, Karo Iyash y Mudit Suebsukchareon en el samnak del ajarn Luang Por Heng en Thonburi, Tailandia

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